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ciudadanoEFE

circo vaticano

estar en primera línea de la actualidad informativa no tiene ningún mérito y, a menudo, tampoco ninguna gracia. pero, por suerte, a veces se presenta la ocasíon de conocer personas interesantes.
eso me pasó ayer con josep torrens, portavoz de la asociación esgléssia plural. le pregunté por las nuevas declaraciones del cardenal trujillo, insinuando que españa es un país "autoritario" por no permitir la objeción de conciencia; por el exceso de cobertura mediática en el vaticano; por la escasa implicación de la iglesia a la hora de resolver problemas que nos afectan a todos... y torrens, sin mucho reparo, va y me contesta que las declaraciones de trujillo no le sorprenden, pues forman parte de una estrategia; y que en otra época hubiera sido el cardenal rouco, quien las hubiera hecho.
me dice también que, en relación al empacho televisivo que hemos sufrido últimamente, la responsabilidad de los medios de comunicación no es tanta como la de la propia iglesia, quien se ha encargado de presentar la elección del nuevo papa "como un espectáculo de masas" comparable, por ejemplo, a unos "juegos olímpicos".
y mientras el cámara se curra unos cuantos planos de recurso, rechazo la propuesta de torrens para hablar del barça y le pregunto, ya sin micro, por su esgléssia plural. ¿no os sentís, con perdón de la expresión, como una mosca cojonera para el arzobispado? ¿por qué el opus o los legionarios de cristo tienen tanta influencia, si son tan impopulares socialmente? josep torrens defiende la independencia de esgléssia plural -en cambio "unió está llena de gente del opus", me dice- y justifica la existencia de asociaciones de base, como la suya, que hagan patente la existencia de alternativas desde dentro.
me sorprende oír de torrens que "los arzobispos son personas que no destacan por su nivel intelectual", sino más bien por su obediencia; "por eso los escogen". y despidiéndome ya, porque si dejo pasar mucho tiempo, la noticia ya no lo será, veo en sus ojos que el aplastamiento de la teología de la liberación (diseñado por joseph ratzinger) a él tampoco le hizo mucha gracia.

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